martes, 4 de octubre de 2022

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Mi yo de todos los días está en una sala de espera. Todavía no sé bien qué espero, pero espero. Hago y cumplo con mis tareas y responsabilidades mientras espero. De tanto esperar, me canso, y así es cómo es que termino nuevamente acá. 

Me se de memoria esa de que el progreso no es lineal. Creo que mantuve un progreso constante, podría decirse, en estos últimos tiempos. La estabilidad mental no es algo que me caracterice, pero trato de mantener una compostura. Pero, como justamente el progreso no es lineal, tengo mis momentos de necesidad. No es novedad que expresar mis sentimientos y emociones me resulte difícil. Es decir, ¿quién quiere quedarse al descubierto frente a las vulneraciones externas? Obvio que hay lugares seguros, pero honestamente ya no sé dónde está. No me siento segura expresando cosas ni pidiendo por las mismas. Creo que esto está relacionado a mi propia inseguridad en relación a otro aspecto (que no sé si tratar por ser muy específico y considero que el misterio para mi yo del futuro va a ser interesante). 

Recientemente llegué a una oportunidad casi única y por mis propios medios. Ojo, eso no significa que lo haya hecho con mucho esfuerzo, pero llegó. Destino, suerte, lo que sea. Me siento muy feliz por eso, me siento feliz por el lugar en el que pronto voy a estar y voy a aprovechar. Pero no me alcanza, saboteo mi propia autofelicitación con comparaciones y memorias, propias y ajenas. ¿Es que realmente no quiero verme bien? ¿O es que busco el reconocimiento que yo misma no me doy? Ya no lo sé. 

Últimamente me invaden sentimientos de envidia. Envidia por no tener y envidia por no ser. Envidia por no poder estar ahí. Como si quisiera jugar a ser un ente infinito y atemporal, atestiguando todas y cada una de las cosas. No un dios, no me interesa tener esa carga. El buscar y querer esto me está destruyendo, y lo peor es que yo soy la misma causa. Siento que momentáneamente puedo mirar a otro lado e intentar no querer ser el ente infinito y atemporal, pero tarde o temprano caigo en lo mismo y no soy mi mejor consejera como para afrontar la situación. Tampoco quiero blanquear lo más profundo de mi ante mis allegados. Ya no son mi lugar seguro, y yo no estoy en condiciones de autosustentarme emocionalmente. Por eso vengo pensando que necesito ayuda profesional. Tengo miedo de poner fichas en algo que me es incierto hasta ahora, en algo que no me llegue a servir o en algo que empeore mi situación, pero creo que es lo más necesario en este momento. 

Tengo muchos pensamientos, muchas cosas que se quedan conmigo hasta que eventualmente concilio el sueño y que también al despertarme me traen el desayuno. Son boludeces, sé que se catalogarían como boludeces, pero justamente es al punto que no quiero llegar. Quiero una solución y quiero hechos, quiero demostraciones. Quiero poder sentirme bien y realmente única antes de sentirme completamente consumida. Quiero ser parte y quiero dejar de sentirme débil. Quiero ser la primer persona en algo. Pero en la sala de espera tengo un número de muchas cifras que no sabría decir y recién van por el 9. 

Por lo menos, y avanzando en el progreso, sé que el problema soy yo y todos los estragos que tengo en la cabeza. En fin de cuentas, voy a terminar en sala de espera hasta la siguiente entrada de este blog.